Cuando una mujer piensa en hacer lo correcto para tener un embarazo sin problemas, probablemente tenga en cuenta tomar ácido fólico unos meses antes y luego, si se queda embarazada, llevar un estilo de vida lo más saludable posible. Sin embargo, la alimentación durante los meses previos a la gestación es tan importante como la que se toma durante los nueves meses de espera. Eso es lo que viene a ratificar un estudio que hace hincapié en la relación observada entre el consumo de patatas meses antes de la concepción y el posterior desarrollo de diabetes gestacional.
Las patatas son el tercer cultivo más consumido en todo el mundo, después del arroz y el trigo. Según explican los autores de este estudio, publicado en British Medical Journal, en Estados Unidos en torno al 35% de las mujeres en edad reproductiva come patatas diariamente, representando el 8% de su ingesta energética diaria. Y aunque este tubérculo es una fuente de vitamina C, postasio y fibra, al contrario que otros vegetales, puede tener un efecto perjudicial sobre el metabolismo de la glucosa y la resistencia insulínica y, por tanto, un mayor riesgo de diabetes tipo 2.
Por este motivo, investigadores del Instituto Nacional de la Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver y de la Universidad de Harvard, ambos en Estados Unidos, rastrearon a 15.632 mujeres que habían formado parte del Segundo Estudio de la Salud de las Enfermeras y que tuvieron un embarazo entre 1991 y 2001. Analizaron las patatas y otros alimentos a lo largo de cuatro años, los casos de diabetes gestacional diagnosticados y se tomaron en cuenta varios factores de riesgo vinculados a este problema metabólico como actividad física, historia familiar de diabetes, calidad global de la dieta e índice de masa corporal.
Alo largo de esos 10 años, se produjeron 21.693 embarazos de los que 854 desarrollaron diabetes gestacional. Detrás de estos casos, parece que contribuyó de manera más destacada el consumo de patatas (asadas, fritas o en puré) en comparación con otros factores de riesgo. Así, una ración de patatas a la semana (474 mL si era puré de patatas, asadas o hervidas o 226 gramos de patatas fritas) aumentó un 21% el riesgo de desarrollar diabetes, entre dos y cuatro raciones, un 34% y más de cinco raciones a la semana, un 62%. Sin embargo, al sustituir dos raciones de patatas a la semana por otras tantas de verduras, legumbres o cereales integrales se redujo ese riesgo entre un 9% y un 12%
“Las patatas son ampliamente consumidas en todo el mundo. Comprender la asociación entre su consumo y el riesgo de diabetes mellitus gestacional, una complicación frecuente del embarazo que tiene impacto en la salud de la mujer y del hijo, tiene importantes repercusiones en la salud pública y en la clínica”, explican los investigadores.
Como recoge este trabajo, las patatas se absorben rápidamente después de ingerirlas, lo que hace que se libere una gran cantidad de glucosa en sangre y se genere una disfunción o agotamiento de las células beta, productoras de insulina, lo que implica el desarrollo de diabetes.
FUENTE: British Medical Journal (2016); doi:10.1136/bmj.h6898