Un estudio para investigar los niveles de lípidos en sangre en asociación con el consumo de bebidas endulzadas con azúcar (SSB, por sus siglas en inglés) en una muestra racial y étnicamente diversa de escolares del área de Boston, Estados Unidos, ha desvelado que hay una asociación inversa entre los cambios en la ingesta de SSB y el aumento del colesterol HDL. El mismo trabajo también ha determinado que una mayor ingesta de bebidas azucaradas se asocia con una concentración superior de triglicéridos.
En particular, los científicos encontraron que la reducción de la ingesta de SSB de por lo menos una ración por semana se relacionó con un mayor incremento en el HDL-C durante un periodo de un año. Los hallazgos, publicados en The Journal of Nutrition, refuerzan la importancia de minimizar el consumo de bebidas azucaradas entre los niños y adolescentes.
“Una agrupación de factores de riesgo, incluyendo niveles altos de triglicéridos, HDL-C, resistencia a la insulina y obesidad, sobre todo si comienza en la infancia, ponen a una persona en mayor riesgo de enfermedad cardiovascular en el uturo. En este estudio, hemos tratado de comprender mejor la relación entre los niveles de lípidos y el consumo de SSB en una población escolar en con probables disparidades de salud y donde las intervenciones futuras podrían ayudar a mejorar la calidad de la dieta y el riesgo de la enfermedad”, apunta María Van Rompay, primera autora del estudio e investigadora asociada y profesora en la Escuela Friedman de Nutrición y Ciencias Políticas en la Universidad de Tufts, en Massachusetts, Estados Unidos.
Aunque investigaciones anteriores han relacionado la ingesta de bebidas azucaradas a un mayor riesgo cardiometabólico en los adultos, existe escasa evidencia longitudinal en los niños. Para añadir más sabiduría sobre el fenómeno en los niños, los expertos examinaron las características asociadas con el consumo de bebidas azucaradas en una muestra multiétnica de niños y adolescentes, así como la ingesta media de SSB y los cambios en la ingesta de SSB con respecto a los factores de riesgo clave –HDL-C en plasma y triglicéridos_durante más de 12 meses.
El impacto de SSBs sobre la obesidad y otros factores de riesgo en niños, incluyendo la dislipidemia (por ejemplo, un alto nivel de triglicéridos y bajos niveles de HDL-C en la sangre) ha sido objeto de estudios observacionales y descriptivos anteriores. Además, las SSBs han sido la principal fuente de azúcares añadidos en la dieta de los niños en Estados Unidos, suponiendo hasta un 10% de la ingesta total de energía (118 kcal en los niños de entre 6 a 11 años de edad y 225 kcal para los de 12 a 19 años de edad) en 2.010.
En el nuevo trabajo, se inscribió a niños de 8 a 15 años en un ensayo aleatorizado doble ciego de suplementación con vitamina D, el ‘Daily D Health Study’, dirigido por Jennifer Sacheck, profesora asociada de la Escuela Friedman de Nutrición y Ciencias Políticas en la Universidad de Tufts. La línea de base de la ingesta de SSB era la percepción subjetiva mediante el ‘Block Food Frequency Questionnaire for Children’ y se tomaron las concentraciones de lípidos en sangre en ayunas en 613 niños y adolescentes.
Se tomaron medidas longitudinales durante más de 12 meses en 380 de estos jóvenes. El 68 por ciento de los niños eran de hogares con nivel socioeconómico (SES) bajo; casi la mitad tenían sobrepeso u obesidad; el 59% era de grupos no raciales/étnicos blancos/caucásicos. Al inicio del estudio, aproximadamente el 85 por ciento de los niños/adolescentes dijo haber consumido SSBs durante la semana pasada. El 18% de la muestra consumía 7 o más porciones por semana o aproximadamente una porción o más diariamente.
Un mayor consumo de SSB se asoció con la edad avanzada, la pubertad tardía o el estado posterior a la pubertad y SES más bajo. La ingesta de SSB no difirió entre los grupos raciales y étnicos. Entre los 613 niños/adolescentes al inicio del estudio, los triglicéridos altos estaban relacionados con una mayor ingesta de SSB, tras tener en cuenta los factores demográficos y de comportamiento, el índice de masa corporal, las calorías totales y las medidas de calidad de la dieta.
Durante el periodo de 12 meses, la media de consumo de SSB no se vinculó con cambios en los lípidos; sin embargo, el aumento en el HDL-C fue mayor entre los niños que disminuyeron su consumo una o más de 12 onzas de porciones de SSB por semana en comparación con aquellos cuya ingesta permaneció igual o aumentó.
Una mayor ingesta de SSB se vinculó con una menor SES, un mayor consumo total de calorías, una ingesta de frutas/verduras más baja y un estilo de vida más sedentario. Los investigadores señalan que la ausencia de una asociación entre la ingesta de SSB y cambios en los lípidos a lo largo de 12 meses puede ser debido a un error de medición, por ejemplo, la posible clasificación errónea de la ingesta de SSB o un subregistro de SSB especialmente de los niños que tenían sobrepeso u obesidad.
Es importante destacar que no sólo la mayoría de SSB tienen alto contenido de azúcar y carecen de valor nutricional, sino que están desplazando a otros alimentos y bebidas que ofrecen alta calidad nutricional, que son fundamentales para el crecimiento y desarrollo de los niños, lo que agrava aún más el potencial efecto nocivo para la salud de SSB.
Fuente: Jano