La obesidad, cada vez más prevalente, es un factor de riesgo cardiovascular creciente. Supone una sobrecarga hemodinámica para el corazón, que con el tiempo puede producir cambios anatomofuncionales aumentando el riesgo de arritmias, insuficiencia cardiaca o muerte cardiovascular. La Sociedad Española de Cardiología (SEC) recuerda que, según la última Encuesta Nacional de Salud, el 37% y el 17% de españoles sufre sobrepeso y obesidad respectivamente.
Para aquellos pacientes con obesidad mórbida en los que el tratamiento dietético convencional no ha funcionado, la cirugía bariátrica (que incluye técnicas como la introducción del balón gástrico, la gastroplastia o el bypass gástrico, por ejemplo) es la opción más eficaz. La cirugía bariátrica consiste en reducir la capacidad gástrica y/o interrumpir la absorción de ciertos alimentos para lograr reducir significativamente el peso. Por ello, investigadores del Hospital Universitario de Getafe han querido determinar el grado de mejora en cuanto al patrón geométrico y en la función diastólica del corazón de los pacientes sometidos a este tipo de intervenciones.
El estudio, publicado en la Revista Española de Cardiología (REC), ha analizado la función y la estructura del corazón antes y a los seis meses de la cirugía bariátrica de un total de 32 pacientes obesos mórbidos (con una media de edad de 45,1 años). El trabajo concluye que, asociada a la gran pérdida de peso, esta cirugía supone una mejora en la función y la estructura del corazón. Concretamente, en cuanto a la función diastólica del ventrículo izquierdo, destaca que antes de la intervención solo un 28% de los pacientes tenía un llenado normal, en comparación con el 69% de los pacientes tras seis meses de seguimiento.
Según la Dra. Verónica Hernández, cardióloga miembro de la SEC e investigadora principal del trabajo, “los pacientes del estudio, a pesar de ser gente joven, presentaban cambios considerables en la función diastólica, es decir, en la función de llenado del corazón. No obstante, a través del estudio observamos que la pérdida de peso tiene un efecto reversible que supone una mejoría significativa”.
En relación al patrón geométrico del corazón, el 71,9% de los participantes presentaba una estructura anómala, mayoritariamente hipertrofia excéntrica (un 40,6%), esto es un aumento de la masa del corazón, que se traduce en un mayor riesgo de sufrir insuficiencia cardiaca, arritmias y muerte por enfermedad cardiovascular. A los seis meses tras haber sido sometidos a la cirugía bariátrica, la mayoría de pacientes mejoraron considerablemente su patrón geométrico, de modo que casi un 60% de ellos presentaba una estructura normal.
“Es muy significativo el porcentaje de pacientes que, acompañado de una pérdida de peso, presentan un patrón geométrico normal o mejoran mucho tras la cirugía. De hecho, a los seis meses ya no hay ninguno con hipertrofia concéntrica, es decir, con un aumento de la masa y un engrosamiento de las paredes del corazón (la peor de las posibles). Además, la mayoría de pacientes pasan a patrones geométricos normales o a patrones mucho menos graves a pesar de no ser completamente normales”, comenta la Dra. Hernández.
Se ha demostrado en distintas ocasiones que la cirugía bariátrica no solo disminuye el peso de los pacientes que se someten a ella, sino que también reduce otros factores de riesgo cardiovascular como los niveles de glucosa, colesterol, triglicéridos y presión arterial, entre otros. Así, estos cambios se asocian globalmente a una mejoría del perfil de riesgo cardiovascular del paciente.
En este caso, y pasados seis meses tras la intervención, los pacientes que participaron en este estudio lograron reducir una media de 37,1 Kg su peso, 24,2 cm de perímetro abdominal y 23,6 cm de perímetro de cadera. Además, bajaron de media 15 mmHg sus niveles de presión arterial sistólica, 20 mg/dl los niveles de glucosa, 9,9 mg/dl los de colesterol y 24,3 mg/dl los de triglicéridos.
La Dra. Hernández concluye que, “tras la cirugía, la mejora evidente de los parámetros antropométricos y metabólicos (perímetro de cadera, perímetro abdominal, los niveles de glucosa, de colesterol, los triglicéridos, etc..) se acompaña de una mejora en la estructura y la función del corazón. En una segunda fase tenemos previsto estudiar si estos cambios se mantienen pasados los tres años tras la intervención, momento en que se alcanza el máximo nivel de pérdida de peso y también cuando los pacientes empiezan a presentar una menor adherencia al tratamiento”.
FUENTE: Rev.Esp Cardiol.2015;68:723-4 – Vol. 68 Núm.08 DOI: 10.1016/j.recesp.2015.03.013