Los guisantes y otras leguminosas tales como el garbanzo, la lenteja o la soja, contienen inhibidores de proteasas que bloquean la digestión de las proteínas, dificultando su absorción intestinal. Estudios nutricionales previos llevados a cabo con pollos broiler (alimentados a gran escala para la producción específica de carne) han mostrado que elevadas concentraciones de estos inhibidores en la dieta pueden reducir la disponibilidad de proteínas en un 10 %.
Ahora, un equipo de investigación internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha obtenido guisantes que facilitan la digestión de proteínas y que pueden ser utilizados de manera más eficaz en la elaboración de piensos para animales.
“Los guisantes obtenidos presentan un contenido reducido o nulo de estos inhibidores de proteasas, lo cual ha sido perseguido durante mucho tiempo tanto por mejoradores de plantas como por fabricantes de piensos”, explica Alfonso Clemente, investigador del CSIC.
Mutaciones presentes en los inhibidores
En este trabajo, publicado en la revista PLoS ONE, los autores han investigado si mutaciones inducidas o naturales presentes en los inhibidores de proteasas pueden ser explotadas para mejorar la calidad de las semillas de guisante.
“Así, hemos identificado y estudiado líneas de guisante que presentan mutaciones puntuales”, señala Clemente, quien añade que de las tres mutaciones inducidas estudiadas, “una de ellas imposibilita la capacidad de las proteínas estudiadas de inhibir a las proteasas digestivas tripsina y quimotripsina”.
Los resultados han permitido ahondar en la relación entre estructura proteica y actividad inhibidora de proteasas, que podría influir en la calidad de la semilla de guisante.
Línea silvestre de guisante
Asimismo, se ha descrito una línea silvestre de guisante que al tener mutados dos genes, que codifican inhibidores mayoritarios de la semilla de guisante, carece de actividad inhibidora. Esta línea mutante silvestre (Pisum elatius) ha sido cruzada satisfactoriamente con la especie cultivada (Pisum sativum).
“Estos guisantes no difieren sensorialmente de los convencionales, tienen mejorada su digestibilidad proteica y el hecho de que no hayan sido obtenidos mediante modificación genética les permitiría estar en el mercado en un periodo de tiempo no superior a 5 años”, señala el investigador.
Clemente concluye que estas técnicas “podrían aplicarse a otras proteínas vegetales que pudieran presentar efectos nutricionales negativos, tales como los alérgenos, además de ser utilizadas para mejorar la calidad de las semillas de leguminosas destinadas a nutrición animal y humana”.
FUENTE: Plos One (2015); doi: 10.1371/journal.pone.0134634