El primer ensayo clínico acerca de la dieta atlántica, realizado sobre más de 600 personas pertenecientes a unas 200 familias gallegas (del municipio pontevedrés de A Estrada), ha concluido que este tipo de alimentación contribuye a disminuir el colesterol.
Este trabajo de campo es el que ha permitido obtener “el mayor grado de evidencia científica que se puede conseguir en un estudio de investigación en humanos”, según ha destacado la doctora María del Mar Calvo Malvar, coordinadora e investigadora principal del grupo clínico del proyecto ‘Galiat 6+7’.
En la investigación han colaborado siete grupos científicos liderados por la Misión Biológica de Galicia-CSIC, el Hospital Clínico de Santiago, las universidades de Vigo y Santiago y las empresas Terras Gauda, A Rosaleira, Quescrem, Friscos, Olei y Pazo de Rivas.
A la luz de los resultados, los autores han resaltado la importancia de recuperar los hábitos alimenticios y el estilo de vida atlántico para prevenir patologías relacionadas con los riesgos cardiovasculares.
Especialista de análisis clínicos del Chus (complejo hospitalario universitario de Santiago) y colaboradora docente de la facultad de medicina, LA Dra. Calvo Malvar ha advertido de la necesidad de “corregir” el aumento de la prevalencia de sobrepeso, obesidad y comorbilidades asociadas en la comunidad gallega.
Para ello, ha llamado la atención sobre lo adecuado de llevar una dieta “sana”, basada en productos presentes en Galicia como los pescados y las verduras, sin necesidad de una “restricción calórica”. Esta adecuación, ha subrayado, tiene ahora una prueba científica.
Tal como ha explicado, las familias sobre las que se intervino (mediante el suministro de alimentos y recomendaciones, recetas…) durante un periodo de 6 meses redujeron su nivel de colesterol en unos 11 miligramos por decilitro, en el caso de mujeres y niños, y en una cantidad más modesta “pero significativa” en los varones. “Y eso que partíamos de niveles de unos 200 miligramos por decilitro, que es la cifra recomendada”, ha indicado.
En este sentido, la doctora ha señalado que “la gente adelgazó, aunque no era lo que se buscaba”, y eso adoptando una alimentación “rica, que no costaba demasiado trabajo” y con la que los participantes en este estudio “no pasaban hambre”. “Se trata de comer sano”, ha resumido.
El efecto saludable de la dieta atlántica, de acuerdo con este ensayo clínico, tiene especial incidencia en la disminución del colesterol y de la adiposidad y del peso de las personas. Asimismo, se analizaron parámetros inflamatorios y se observó “una mejora” que, para los responsables de la investigación, puede apuntar “líneas futuras de trabajo”.
Durante el ensayo, el grupo de control siguió con sus prácticas alimenticias habituales y, como al de intervención, se le sometió a analíticas y tres controles médicos, al principio, en el medio y al final de los seis meses.
Respecto al índice de masa corporal de las familias sobre las que se intervino, la especialista ha dicho que se obtuvo una mejora en el peso, la adiposidad y en los parámetros bioquímicos relacionados con la grasa corporal.
Objetivos cumplidos
Por su parte, la directora del grupo de viticultura de la Misión Biológica de Galicia-CSIC y coordinadora científica del proyecto, Carmen Martínez Rodríguez, ha sido la encargada de exponer las conclusiones a las que se llegó en el marco de este proyecto relativas a beneficios hallados en distintos alimentos, como quesos, uvas, olivas, berzas y grelos y mejillones.
“Estamos muy contentos, porque hemos cumplido todos los objetivos que nos marcamos, y en algunos casos hemos ido más allá, en un tiempo récord de año y medio, que es poquísimo para este tipo de estudios, ya que se ha realizado un esfuerzo enorme y ha sido difícil”, ha valorado Martínez Rodríguez.
Así, en el caso del grupo de viticultura, una vez estudiadas las variedades de uva autóctona albariño, caíño blanco, treixadura y mencía, los resultados muestran una mayor concentración de compuestos funcionales como polifenoles y proantocianidinas en las semillas.
Además, se han elaborado aceites de semillas de las 4 variedades estudiadas y son “espectaculares, distintos entre sí y con un gran potencial desde el punto de vista organoléptico y saludable”, en palabras de la directora del grupo.
En el estudio del olivo, se ha dado con cinco variedades desconocidas hasta el momento, “posiblemente autóctonas”, en cuyo estudio, ha avanzado, será preciso profundizar.
Farmacología
El doctor Freire Garabal ha dirigido el proyecto que, en el apartado de farmacología, ha evaluado la actividad antitumoral y antimetastática de una serie de moléculas presentes en albariño, caíño blanco, loureira y mencía, en especies brásicas (grelos y berzas) y en la variedad de olivo brava gallega.
“Se observó que algunas de estas sustancias disminuía el crecimiento tumoral”, según el doctor, que –a través de una nota de prensa difundida por el CSIC– habla de “la posibilidad de que en el futuro puedan ser consideradas como candidatas en descubrimiento y desarrollo de nuevos fármacos antitumorales”, aunque son datos todavía “muy incipientes”.
Lácteos
También dentro de ‘Galiat 6+7’, en colaboración con el Aula de Productos Lácteos, Quescrem ha logrado desarrollar un queso de similar textura y características organolépticas a los producidos por la empresa pero con el valor añadido de incluir gránulos de kéfir. Por ello, ve “posible” una reducción de la grasa sin perjuicio de una buena textura, al no necesitar el uso de estabilizantes ni de conservantes.
Por otra parte, ha comprobado que el aporte de una bebida probiótica a partir de recursos lácteos valorizados en ganado vacuno conlleva ganancia de peso y disminución del impacto de las enfermedades en los animales.
La compañía, situada en la Terra Chá, va a comenzar ya a comercializar esta solución para terneros de recría en la zona y estudia su aplicación en otras especies intensivas como conejos, gallinas y cerdos.
Grelos, berzas y mejillones
En cuanto a la conserva de grelos y berzas –con participación del grupo de genética, mejora y bioquímica–, el estudio determinó que la lata mantiene proporciones “relativamente elevadas” de minerales y antioxidantes, y que el periodo de almacenamiento “no afecta a la calidad del producto”, sin grandes pérdidas en vitamina C y minerales.
Por último, el instituto de investigaciones marinas participó en el análisis de conservas de mejillón, que arroja que este producto, sometido a procesos de cocción, fritos y en conserva presenta “alto contenido en ácidos grasos” y es “una excelente fuente de betaínas, principio activo útil en el metabolismo humano”.
FUENTE: Jano