Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Hospital Universitario Fundación de Alcorcón han descubierto que el hígado graso, frecuente en las personas con obesidad, responde peor ante un estímulo inflamatorio agudo como el causado por una infección bacteriana.
El trabajo, cuyos resultados publica la revista Journal of Endocrinology, se ha realizado en peces cebra. Con todo, los autores aseguran que podrían estar ante una de las claves del proceso que hace que la enfermedad del hígado graso no alcohólico se convierta en cáncer hepático en humanos.
“La obesidad es la principal causa de la enfermedad del hígado graso no alcóholico, un trastorno generalmente benigno basado en la infiltración de grasa en el hígado, pero con capacidad de desarrollar cirrosis y evolucionar progresivamente hacía la esteatohepatitis no alcohólica y el hepatocarcinoma”, ha explicado Antonio Figueras, del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC.
Aunque se sospecha que hay factores genéticos y otras variables, como la inflamación, que es una pieza clave en la progresión de esta enfermedad, los procesos y genes afectados en su desarrollo aún restan por esclarecer.
En el estudio, los investigadores modificaron la dieta de peces cebra (Danio rerio) para determinar las afecciones que provoca el hígado, y vieron como el grupo de peces sobrealimentados desarrolló obesidad, mostró signos de inflamación de hígado progresiva y experimentó una regulación génica similar a la observada en humanos con estas dolencias.
“El conocimiento de los procesos diferenciales que se llevan a cabo en el hígado graso respecto a un hígado sano es de una gran importancia para entender cómo un proceso presuntamente benigno puede complicarse hasta producir un riesgo importante para la salud de quien lo padece”, según ha reconocido este experto.
Además, consideran que con su hallazgo podría mejorarse el tratamiento de esta enfermedad, basado hasta ahora en la disminución de factores de riesgo como el sobrepeso mediante dietas hipocalóricas y ejercicio físico.
FUENTE: Journal of Endocrinology (2014); doi: 10.1530/JOE-14-0398