La nutrición óptima es crítica para la función cerebral a lo largo de la vida y especialmente importante es la experiencia en la edad temprana. En los adultos la incidencia de numerosas enfermedades está relacionada en parte con la nutrición temprana. Tanto la nutrición prenatal y postnatal afecta a la salud y la enfermedad en la edad adulta, y estos efectos incluso se pueden transmitir entre generaciones.
La restricción del crecimiento intrauterino es una forma de desnutrición prenatal que refleja una reducción en el suministro de nutrientes al feto. Los niños que nacen por debajo del peso para la edad gestacional y aquellos que sufren parto prematuro tienen numerosos déficits nutricionales que pueden tener consecuencias inmediatas a largo plazo para la salud cognitiva. Estos niños tienen un riesgo elevado de desarrollo neurológico deteriorado y múltiples déficits cognitivos en la memoria y el aprendizaje. Además, el tamaño en el nacimiento en toda la gama de peso está relacionada con la función cognitiva a largo plazo.
Considerable evidencia también sugiere que tanto la nutrición materna e infantil tienen un papel fundamental en el funcionamiento del cerebro y el rendimiento cognitivo más tarde en la vida. Prenatalmente, hay una asociación positiva entre la ingesta materna de micronutrientes tales como el ácido fólico, la vitamina B12, ácidos grasos omega-3 los ácidos grasos poliinsaturados y el hierro, y los resultados cognitivos en los niños.
La suplementación materna con múltiples nutrientes puede ser especialmente beneficioso, aunque se necesita mucho más investigación en esta área. Postnatalmente, la leche materna se vincula con una mejora de neurodesarrollo, y puede ejercer sus efectos beneficiosos en parte a través de los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga y factores de crecimiento similares a la insulina (IGF).
Por otra parte, un mejor nivel de calidad de la dieta durante los primeros 3 años de vida tiene un efecto positivo sobre la capacidad cognitiva verbal y no verbal a los 10 años de edad. Especialmente importantes son los últimos resultados de un estudio longitudinal de 40 años:. Moderada a severa desnutrición en la infancia se asocia con una incidencia elevada de cociente de inteligencia deteriorada y habilidades académicas en la edad adulta, incluso cuando se rehabilita el crecimiento físico.
Esto demuestra que un episodio de la desnutrición durante el primer año de la vida postnatal conlleva un riesgo significativo para la función cognitiva a largo plazo.
Fuente: European Journal of Cinical Nutrition (2014)68, 1179-1185; doi: 10.1038 / ejcn.2014.173