El cerebro responde de manera diferente a dos tipos de azúcar, según un informe hecho público en la reunión anual del Colegio Americano de Neuropsicofarmacología que se celebra en Phoenix, Arizona, Estados Unidos. El estudio sugiere que la fructosa aumenta la respuesta de los circuitos de recompensa del cerebro a las señales de los alimentos, incrementando el deseo de comer.
Aproximadamente 2 de cada 3 adultos estadounidenses tienen sobrepeso y 1 de cada 3 es obeso. Se cree que los cambios en el estilo de vida y la ingesta dietética durante el último cuarto de siglo son los principales culpables, con un aumento del consumo de fructosa especialmente preocupante.
La fructosa es el azúcar simple que se encuentra en las frutas, y que se añade a muchos otros alimentos. En comparación, la glucosa, la principal fuente de energía para el cuerpo, se produce generalmente a través de la descomposición de hidratos de carbono complejos.
El consumo de fructosa produce incrementos más pequeños en las hormonas de la saciedad que la ingesta de glucosa. Además, la administración de fructosa directamente en el cerebro provoca la necesidad de alimentación en los roedores, mientras que la glucosa administrada de la misma manera promueve la saciedad o la sensación de estar lleno.
Estudios preliminares en personas habían demostrado que la glucosa reduce la actividad en el hipotálamo, lo que está asociado a la saciedad metabólica, mientras que la fructosa, no. Utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), Kathleen Page, de la Escuela Keck de Medicina y sus colegas en el Departamento de Psicología de la Universidad del Sur de California, Estados Unidos, ampliaron este trabajo.
Estos investigadores examinaron las respuestas del cerebro y la motivación para comer cuando voluntarios que participaron en el trabajo vieron imágenes de alimentos (como un pastel de chocolate) después de tomar una bebida que contienía glucosa o fructosa. Los participantes fueron 24 hombres y mujeres jóvenes de 16 a 25 años de edad que vieron imágenes de comida mientras se les realizaron exploraciones a través de resonancia magnética funcional de sus cerebros e informaron sobre cuánto querían comer.
La ingesta de alimentos produce la activación del núcleo accumbens, una parte del ‘circuito de recompensa’ del cerebro, y aumenta el deseo de comer. La activación del núcleo accumbens fue mayor tras consumir la bebida con fructosa en comparación con la de glucosa, además de que la primera dio lugar a mayores niveles de hambre y motivación para comer en comparación con la bebida de glucosa.
FUENTE: Jano